Las emociones negativas son
fundamentales para la salud mental... déjalas ser
En algún momento, has podido
estar desanimado porque pensaste mal sobre algo o alguien. Por ejemplo, tu
mejor amigo consiguió el trabajo perfecto y aunque estás feliz por él hasta
cierto punto, también podrías estar un poco celoso porque esa era la posición
que tú querías.
Aunque los celos son considerados una mala emoción, son
naturales y pasan a veces. Junto con los celos, otras emociones
"malas" incluyen el odio y la codicia.
Entender que las emociones
negativas y “malos” momentos son parte de la vida, curiosamente resulta
liberador para la mente.
El aparato de la felicidad
como lo conocemos ahora, es en realidad bastante nuevo.
Durante milenios,
generaciones y generaciones asumían con naturalidad que esta vida, entendida
como felicidad plena, es una utopia, y más contracultural aún (al menos así
suena hoy) ello no le quitaba lo bello o que mereciera ser vivida.
Como ejemplo tenemos
fragmentos de los Huhuetlatolli, la palabra antigua de los mexicas, donde en
algunas cartas de un padre dirigidas a su hija se muestra cómo en la
cosmovisión de esta cultura, este era un mundo de obstáculos, también de
sufriimieintos, y no por ello un lugar exento de felicidad.
Es decir, que el enfrentar
periodos o momentos de tristeza, frustración, miedo, etc., es simplemente parte
de la vida.
Hoy, sin embargo, con la
maquinaria que nos obliga irremediablemente a ser felices todo el tiempo (y
además demostrarlo obsesivamente en redes sociales) pareciera que los
sentimientos “negativos” se vuelven aún más frustrantes, ya que les hemos
negado el derecho a su normalidad, por cierto, por primera vez en la historia.
Lo anterior genera sociedades obsesionadas con sentirse bien todo el tiempo,
como si ello fuese un sinónimo de felicidad.
Sobre este conocimiento
milenario, estudios recientes confirman su sabiduría, e incluso advierten que
la aceptación de las emociones negativas como parte de la vida, no solo nos
prepara para los momentos malos (algo así como hacían los estoicos), este
entendimiento es también crucial para la salud mental.
Un estudio de Queensland
University of Technology en Australia hecho en 2009, y liderado por el
psicólogo David J. Kavanagh, encontró que los pacientes con problemas de alcohol
y drogas que evitaban los pensamientos que les conducían a tomar, fueron más
propensos a tomar. Es decir, reprimir los pensamientos que molestan genera que
no puedan sanarse.
Por su parte, otro estudio
de la Universidad de Florida aplicado en 2012 por Eric L. Garland arrojó
resultados muy interesantes también con pacientes con dependencia al alcohol.
Midiendo sus niveles de estrés por medio de su ritmo cardiaco, los pacientes
que evadían pensamientos incómodos o dolorosos, sufrían más estrés que aquellos
que simplemente afrontaban el pensamiento y lo dejaban pasar cuando este cesara
por sí mismo (algo muy parecido a lo que ocurre con la meditación).
Aceptar el dolor nos provee
de herramientas psicológicas para afrontar la existencia. Obsesionarnos, en cambio,
con la idea de que somos raros por no sentirnos felices todo el tiempo, nos
está ocasionando severos daños psicológicos.
¿Decides tú cómo controlar
las emociones?
Hay muchas teorías al
respecto. Algunos psicólogos creen que tenemos el control total sobre nuestras
emociones y otros creen que no existe ninguna posibilidad de controlarlas.
Sin embargo hay
investigaciones que concluyen que la forma en que interpretas tus emociones
puede cambiar la forma como las vives. La forma en que reacciones frente una
emoción en concreto condicionará cómo actúa sobre ti.
El orador que sufre frente
la idea de hablar en público lo hace porque interpreta sus nervios como algo
negativo, como una señal que le está enviado su cuerpo para que salga corriendo
de allí.
Por otro lado, alguien que
interprete esos mismos nervios como excitación y ganas de hacerlo bien
probablemente tenga más éxito en su conferencia.
La moraleja es que tu cuerpo
te proporciona la energía para hacer algo, pero cómo usar esa energía lo
decides tú. Hay gente que paga dinero y hace horas de cola para subirse a una
montaña rusa, mientras que otros no se subirían ni en sueños. Ambos sienten los
mismos nervios, pero los interpretan de forma diferente: diversión frente
terror.
En definitiva la decisión de
interpretar esas “Malas Emociones” depende en gran medida de nosotros.
Debemos aprovechar estas experiencias
e interpretarlas como necesarias para nuestro crecimiento y desarrollo, no solo
aprendemos mucho de lo “Bueno”sino que por el contrario son estas “Malas Emociones”
en muchos casos las que nos llevan a reflexionar y realizar cambios importantes
en nuestra vida.
Fuente: Investigando en Internet.net
Hasta la próxima
Carivano