Derek Alton Walcott

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Fue el máximo representante de la literatura del Caribe anglófono. Su obra poética es extensa y ha sido reconocida con numerosos premios





Su experiencia de crecimiento en una isla volcánica aislada, una excolonia británica tuvo una fuerte influencia en la vida de Walcott y su trabajo. Sus abuelas habían sido descendientes de esclavos. Su padre un bohemio pintor de acuarelas, murió cuando Derek y su hermano gemelo Roderick tenían pocos años de vida. Su mamá se cambió al pueblo en donde estaba la escuela metodista. Después de estudiar en St. Mary's College en su isla nativa y en the University of the West Indies en Jamaica. Al mismo tiempo continuaba escribiendo poesía y a los 18 años, debutó con 25 Poemas y después publica su segundo poemario, Epitaph for the Young (1949), con el subtítulo de XII Cantos en homenaje a Ezra Pound. Se mudó en 1953 a Trinidad, donde trabajó como crítico de teatro y de arte. En 1959, fundó el Trinidad Theatre Workshop que produjo muchos de sus trabajos iniciales. Como poeta su consagración vino con la colección de poemas, Green Night(1962).


En su formación tuvieron una importancia fundamental los clásicos ingleses como John Milton, John Donne y el resto de metafísicos y los dramaturgos Marlowe y Shakespeare, los norteamericanos Robert Lowell y Elizabeth Bishop, y también T. S. Eliot, W. H. Auden y Dylan Thomas.

Fue contratado como profesor por la Universidad de Boston en los Estados Unidos, donde fundó el Teatro de los dramaturgos de Boston en 1981. Ese año también recibió una beca de la Fundación MacArthur. Walcott enseñó literatura y escritura en la Universidad de Boston durante más de dos décadas, publicando nuevos libros de poesía y obras de teatro regularmente y retirándose en 2007. Se hizo amigo de otros poetas, entre ellos el ruso Joseph Brodsky, que vivió y trabajó en los Estados Unidos, después de ser exiliado en la década de 1970, y el irlandés Seamus Heaney, que también enseñó en Boston.

Poco a poco se fue convirtiendo en una de las voces fundamentales de la poesía caribeña y su Collected Poems 1948-1984 (1986) fue aclamado por crítica y lectores.








En 1990 se publica el poema épico Omeros que causo un gran impacto, se tradujo a multitud de idiomas y está considerado una de las obras poéticas básicas de la literatura contemporánea. Tras la repercusión de la publicación de Omeros, en 1992 recibió el Premio Nobel de Literatura.

El trabajo de Walcott ha recibido elogios de los grandes poetas, incluyendo a Robert Graves, quien escribió que Walcott "maneja el inglés con una comprensión más profunda de su magia interna que la mayoría, si no todos, de sus contemporáneos", y Joseph Brodsky, quien elogió el trabajo de Walcott, escribiendo: "Durante casi cuarenta años sus líneas palpitantes e implacables llegaron en el idioma inglés como maremotos, coagulando en un archipiélago de poemas".

La mayoría de las críticas del trabajo de Walcott son muy positivas. Por ejemplo, en la revista The New Yorker en el artículo The Poetry of Derek Walcott, Adam Kirsch alabó la obra de Walcott describiendo su estilo de la siguiente manera:

"Combinando la gramática de la visión con la libertad de la metáfora, Walcott produce un estilo hermoso que es también un estilo filosófico. La gente percibe el mundo en canales dobles, el verso de Walcott sugiere, a través de los sentidos y a través de la mente, y cada uno está constantemente filtrado en el otro. El resultado es un estado de pensamiento mágico perpetuo, una especie de mundo de Alicia en el País de las Maravillas en el que los conceptos tienen cuerpos y paisajes siempre capaces de levantarse y comenzar a hablar."
Omeros
El poema épico de Walcott, Omeros, se publicó en 1990 y fue aclamado por la crítica. El poema refleja muy vagamente y se refiere a Homero y a algunos de los personajes principales de La Ilíada. Algunos de los personajes principales del poema incluyen a los pescadores de la isla, Achiles y Hector, al oficial jubilado inglés Major Plunkett ya su esposa Maud, a la criada Helen, al ciego Seven Seas (que representa simbólicamente a Homero) y al propio autor.

Aunque la narrativa principal del poema tiene lugar en la isla de Santa Lucía, donde Walcott nació y se crio, Walcott también incluye escenas de Brookline, Massachusetts (donde Walcott vivía y enseñaba en el momento de la composición del poema). El personaje de Aquiles imagina un viaje desde África en un barco de esclavos que se dirige hacia las Américas. También, en la parte quinta del poema, Walcott narra algunas de sus experiencias de un recorrido por varias ciudades alrededor del mundo, incluyendo a Lisboa, Londres, Dublín, Roma, y Toronto.

Compuesta en una variante de la terza rima, la obra explora los temas que recorren la obra de Walcott: la belleza de las islas, la carga colonial, la fragmentación de la identidad caribeña y el papel del poeta en un mundo postcolonial.

Omeros ha sido elogiado críticamente "como el mayor logro de Walcott". El libro recibió elogios de publicaciones como The Washington Post y The New York Times Book Review, que eligió a Omeros como uno de sus "Mejores Libros de 1990".



Aquí 5 poemas de Derek Walcott






El amor después del amor

El tiempo vendrá
cuando, con gran alegría,
tú saludarás al tú mismo que llega
a tu puerta, en tu espejo,
y cada uno sonreirá a la bienvenida del otro,
y dirá, siéntate aquí. Come.
Seguirás amando al extraño que fue tú mismo.
Ofrece vino. Ofrece pan. Devuelve tu amor
a ti mismo, al extraño que te amó
toda tu vida, a quien no has conocido
para conocer a otro corazón,
que te conoce de memoria.
Recoge las cartas del escritorio,
las fotografías, las desesperadas líneas,
despega tu imagen del espejo.
Siéntate. Celebra tu vida.

En los otros ochenta, cien veranos que marcharon

En los otros ochenta, cien veranos que marcharon
como la luz de un paraíso doméstico, la idea del cielo
de un hedonista era el aparador de una cocina francesa,
manzanas y garrafas de arcilla de Chardin a los Impresionistas,
el arte era une tranche de vie, queso o pan horneado en casa-
la luz, en su opinión, era lo mejor que el tiempo ofrecía.
El ojo era la única verdad, y aquello que atraviesa
la retina se desvanece al amanecer; la profundidad de nature morte
era que la propia muerte es sólo otra superficie
como el lienzo, pues pintar no puede capturar el pensamiento.
Cien veranos que se fueron, con el acordeón que hace olas,
faldas almohadilladas, grupos en botes, golpes blancos como zinc en el agua,
muchachas cuyas mejillas ruborizadas no sobrevivieron a sus rosas.
Entonces, como tubos desecados, los soldados retorcidos
se amontonaron en el Somme y Verdun. Y los muertos
menos reales que una explosión fatal de crisantemos,
idéntico carmesí para la naturaleza muerta y la matanza
de jóvenes. Tenían razón -todo le vale
al pintor con su caballete puesto como un fusil en los hombros.

Fama

Esto es la fama: domingos,
una sensación de vacío
como en Balthus,

callejuelas empedradas,
iluminadas por el sol, resplandecientes,
una pared, una torre marrón

al final de una calle,
un azul sin campanas,
como un lienzo muerto

en su blanco
marco, y flores:
gladiolos, gladiolos

marchitos, pétalos de piedra
en un jarrón. Las alabanzas elevadas
al cielo por el coro

interrumpidas. Un libro
de grabados que pasa él mismo
las hojas. El repiqueteo

de tacones altos en una acera.
Un reloj que arrastra las horas.
Un ansia de trabajo.

Las gaviotas discuten con el rocío de las olas

Las gaviotas discuten con el rocío de las olas, mientras los rabihorcados
hacen círculos durante horas, en un batir de alas, alrededor del arrecife
donde un pontón se oxida. Un año ha finalizado sus tormentas, y los hombres
llenos de miedo han escudado las vidas como faroles de sus ventoleras,
o caído juntos en hogueras. Pero ahora se abren espacios azules como
hendiduras en el humo, los pájaros se pliegan en grietas de rocas
cuya arena ha sido rastrillada de huellas. La mar,
que se precia de que ningún hombre la marque,
aún ofrece tales lugares para la pluma egoísta,
y la isla de coral del cerebro tiene lugares donde la república
del pólipo fue construida para nosotros -cuevas hipnotizadas
que se agitan con la luz de la ola, jaras que blanquean
con indiferencia creciente madera flotante o barcos que se fueron a pique.
Tras un año podrías llamar guerra a la conmoción
de los bancos de arena cañoneados por las olas,
y los robos a pico armado que las gaviotas practican entre sí
porque todo es en honor del dios gaviota. Pero hay islotes donde nuestra
sombra es anónima, con pececillos cuya similitud se nos
escapa mientras la cadena del ancla matraquea desde la proa.

Puedo sentirla viniendo de lejos


Puedo sentirla viniendo de lejos, también, Mamá, la marea
desde el día ha pasado su vez, pero aún noto
que como una gaviota blanca relampaguea sobre el mar, su lado inferior
atrapa el verde, y yo prometo usarlo después.
La imaginación ya no se aleja con el horizonte,
mas no hace sino volver. En el borde del agua
devuelve cosas limpias y fregadas que el mar, a modo
de basura, ha blanqueado, casto. Escenas dispares.
Las casas de los esclavos, azul y rosa, en las Vírgenes
bajo los vientos alisios. Mi nombre atrapado en
la almendra de la garganta de la abuela.
Un patio, un viejo bronceado con bigote
como el de un general, un chico dibujando hojas de aceite de castor
con mucho detalle, esperando ser otro Alberto Durero.
Los he mimado más que a la coherencia
mientras la misma marea para los dos, Mamá, se aproxima –
las hojas de parra poniendo medallas a una vieja cerca de alambre
y, en el patio pecoso de sombras, un anciano como un coronel
bajo las verdes balas de cañón de la calabaza.













Hasta la próxima 


Carivano 

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