Ante todo, debo agradecer al
célebre actor y ahora también notable ecologista Leonardo Dicaprio por su
extraordinario documental Antes que sea tarde, realizado por el canal National
Geographic y presentado a finales del pasado año 2016.
Pues aparte de todo lo que
ahí se abarcó en torno al cambio climático y otras problemáticas afines, me
mostró una alarmante realidad: la acelerada deforestación en diversos lugares
del mundo, a causa de la implantación de monocultivos.
Algunos ejemplos: En
Brasil, grandes empresas plantadoras vinculadas a la industria de la celulosa
están concentrando amplias áreas de tierra fértil en sus manos, constituyéndose
en uno de los mayores obstáculos para la realización de la reforma agraria.
En Chile, la expansión de
las plantaciones forestales se ha hecho a expensas de los territorios
tradicionales del pueblo Mapuche y de la violación sistemática de sus derechos.
En Colombia, las
plantaciones de pinos y eucaliptos han dado lugar a graves violaciones de los
derechos humanos y migración forzada de comunidades locales.Ecuador: las
comunidades indígenas, afrodescendientes y campesinas están siendo afectadas
por el avance de monocultivos de pinos, eucaliptos y palma aceitera, que
destruyen las bases de sustentación de las poblaciones locales y expulsan a la
población rural.
Madagascar: 80 % del territorio está “comprado” para la
siembra de palma de aceite. Indonesia: los orangutanes, una de las especies de
primates, se están extinguiendo en un sitio que ha pasado a tener el mayor
índice de deforestación mundial, también por causa de la referida palma.
Todo lo anterior tiene como
consecuencias graves procesos de degradación ambiental, pérdida de
biodiversidad, reducción y contaminación con agrotóxicos de las fuentes de agua
superficiales y subterráneas; empobrecimiento, explotación y sometimiento de la
población local. Y lo que es peor: muertes violentas, asesinatos de indígenas y
nativos, con sus voceros y líderes; campesinos, periodistas… que han denunciado
esta barbarie.
Detrás de este gran desastre
ecológico que está arrasando bosques y selvas, convirtiéndolos en “desiertos
verdes” para los monocultivos o monoplantaciones, se encuentran intereses de
transnacionales, organismos –incluso “ambientales”- y gobiernos.
En particular, en torno al
aceite de palma, usado en buena parte de alimentos industriales, cosméticos,
productos de limpieza e inclusive biocombustibles, se encuentran empresas y
marcas como: Unilever, Nestlé, Frito Lay (Doritos), Procter & Gamble,
Nutella, Burguer King, Quaker, Kraft, Kellogg´s, L´Oreal, Colgate, entre otros…
Definitivamente, estamos en
la era del Antropoceno, como lo definió el premio nobel holandés Paul Crutzen.
Donde como nunca antes, una sola especie, el ser humano, el “Homo Sapiens”,
está alterando totalmente los ecosistemas, provocando un enorme impacto global
y un atentado contra el planeta y contra sí mismo.
Si no hay un cambio de
actitud, de conciencia, en la humanidad entera, no nos quejemos de las
reacciones y “remezones” de la Madre Tierra, pues en vez de sus hijos estamos
actuando ante Ella como estorbos y amenazas…
De Rodolfo Sánchez Ochoa
Corresponsal/Globatium
Fuente:
Hasta la próxima
Carivano