Rafael Cadenas gana el premio Reina Sofía |
El poeta venezolano sucede a
Claribel Alegría en la XXVII edición del galardón
“Humilde, silencioso y
rebelde”, así se autorretrató en un poema el venezolano Rafael Cadenas, que
acaba de obtener el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana.
Convocado por
Patrimonio Nacional y la Universidad de Salamanca, el galardón se ha convertido
en el más prestigioso del género en los países de lengua española y portuguesa.
Cadenas toma el relevo este año de la nicaragüense Claribel Alegría, que lo
obtuvo el año pasado, meses antes de fallecer.
El jurado encargado de
seleccionar a Cadenas como ganador del premio estuvo copresidido por Alfredo
Pérez de Armiñán y de la Serna, presidente del Patrimonio Nacional, y Ricardo
Rivero Ortega, rector de la Universidad de Salamanca.
Su composición la
completaron Darío Villanueva Prieto, director de la Real Academia Española;
Juan Manuel Bonet Planes, director del Instituto Cervantes; Ana Santos
Aramburo, directora de la Biblioteca Nacional de España; y José Manuel Mendes,
presidente de la Asociación Portuguesa de Escritores, entre otros poetas y
personas vinculadas con el mundo de la poesía como Berna González Harbour, Luis
Alberto de Cuenca, Pilar Martín-Laborda y Bergassa o Blanca Berasategui.
Nacido en Barquisimeto
(Venezuela) en 1930 y vecino de la urbanización La Boyera, al sureste de
Caracas, Cadenas es uno de los autores fundamentales de la lírica
latinoamericana de los últimos años, papel ya reconocido por el Premio FIL de
Literatura en Lenguas Romances que otorga la Feria del Libro de Guadalajara
(México) o el García Lorca que se concede en Granada.
Sigiloso en el trato y
lento en la conversación –piensa cada palabra como si formara parte de un
futuro poema-, Cadenas ha ido ocupando poco a poco un lugar en el Olimpo de los
poetas vivos sin abdicar ni de su humildad ni de su rebeldía ni de su silencio.
Ni de un compromiso crítico al que se ha acercado también sin estridencias.
Era un jovencísimo militante
comunista autor de un libro de poemas –Cantos iniciales (1946)- cuando tuvo que
exiliarse a la isla de Trinidad, circunstancia a la que suele quitar hierro
diciendo que se puede llegar a ella “en lancha” desde la costa venezolana:
“está a 30 kilómetros”.
Cuatro años tardó en recorrerlos de vuelta para
instalarse en la capital en 1957, pocos meses antes de la caída del dictador.
Un año más tarde publicó el poemario La isla y en 1960, uno de sus libros
clave, titulado, no por casualidad, Los cuadernos del destierro.
En 1966, en
medio de una profunda depresión, dio a la imprenta Falsas maniobras (1966), que
incluye su poema más famoso, un verdadero hito en América Latina: Derrota. “Yo
que no he tenido nunca un oficio / que ante todo competidor me he sentido débil
/ que perdí los mejores títulos para la vida / que apenas llego a un sitio ya
quiero irme (creyendo que mudarme es una solución) …” Cuando se le recuerdan
esos versos Cadenas responde que los escribió con 32 años –en unos meses
cumplirá 88-, que ya no se reconoce en ellos y que su éxito se debió a la
situación política de los años sesenta en su país, volcado en la consolidación
de la democracia con el presidente Rómulo Betancourt. Se reconoce, eso sí, en
el verso que dice que es un hombre que apenas habla. “¡Que cada palabra lleve
lo que dice! / Que sea como el temblor que la sostiene. / Que se mantenga como
un latido”, dicen tres famosos versos suyos.
Su laconismo le ha llevado a
cultivar una poesía cada vez más influyente y, a la vez, más esencial. Menos
exuberante, matiza él. A la reunión en 2007 de su Obra entera (Pre-Textos) -700
páginas que contienen libros como los citados más Intemperie, Memorial (los dos
de 1977), Amante (1983) o Gestiones (1992)- le siguieron títulos como Sobre
abierto (2012) o En torno a Basho y otros asuntos, su último libro hasta la
fecha. “Lo que salva de los escombros / es la mirada”, escribió en él. Aunque
es difícil encontrar en su poesía rastro alguno de intención política, Cadenas
mantiene una actitud muy crítica respecto al Gobierno de su país. Siempre se ha
declaro a favor de la democracia, “por defectuosa que sea”, y alarmado por la
ausencia de separación de poderes en Venezuela. Pese a los ataques que ha
recibido por ello desde el flanco gubernamental, siempre ha quitado importancia
a su propio papel. Rebelde y silencioso era su autorretrato.
Fuente: JAVIER RODRÍGUEZ
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