A la voz de tu sangre derramada…
En la plaza de palomas
con los pasos de una niña
caminaba aquella anciana.
La tarde desde un alero
vestida de musulmana
no le quita la mirada….
En aquel corro con alas
sus ojos eran de almendras
sus manos de piel canela.
¡Ay, mi Niña del Oriente
qué ves en tu palomar!
Corros de voces con alas,
ojos de suave almendras.
La tarde desde un alero
vestida de musulmana
no le quita la mirada…
Sus manos son una brizna
sus pasos jazmín mojado.
Gacela en aquel enjambre
su presencia es una fuente
de flautas de la esperanza…
¡Ay, los ojos de la tarde
dejaron de ser almendras!
Eran dos pozos de angustia
al ver al odio subirse
al más alto minarete.
Seco y con ese chasquido
que escupe un latigazo,
del arma salió el disparo…
En la plaza de palomas
con los pasos de una niña
caminaba aquella dama.
Gacela en aquel enjambre
de arrullos y de gorjeos,
eran dos alas sus manos,
era su presencia la fuente
de flautas de la esperanza….
©Lionelyinosanchez
Madison, Wi. USA
Imagen Timelinephotos
La impactante foto que
sirvió de inspiración al fragmento, “A la voz de tu sangre derramada.”
Esta foto tiene millares de
lecturas y de textos y de ahí brotan las fuerzas en tensión de cada texto como
si la imagen misma se convirtiera en el arco y la lira…
En un parque o valle de
palomas, los ojos ven a una mujer sin edades, una anciana niña, manos de piel
canela, rodeada de alas y gorjeos…
¿Qué hace esa mujer oculta
bajo los velos de su vestimenta? Quién es ella? A quién representa?
Su presencia se desplaza
recortando una silueta en total contraste con el valle de palomas. Pero ni una
sola de esas palomas, se siente amenazada por esa mujer, o por el color de sus
ropas o el gesto de sus manos…
La muchedumbre de ojos y de
alas pareciera estar escuchando a una mujer legendaria de Betania, de Samaria,
o de esas tierras donde el sol sale encabronado a darle guerra con sus pezuñas
a todos los diamantes del verano…
Del rostro y de los ojos
velados de esa mujer, se desplazan sonidos de frescura porque su cabeza es una
fuente de sílabas y de sus labios brota una lluvia de mirlos como agua en un
pichel de plata…
©Lionelyinosanchez
Madison, Wi. USA
Timelinephotos
Música Desert instrumental
Hasta la próxima
Carivano
Muchas gracias Carlos Ivan, Arte Carivano por este bellsimo gesto para con mi poema! Solo tu, con esa sensibilidad poetica puedes lograr que nuestros poemas obtengan subir a grados que no contábamos. Mi agradecimiento total para contigo amigo y poeta Carlos Carivano Ontiveros! Un enorme abrazo desde la distancia.
ResponderEliminarMil gracias a ti estimado Lionel por estar siempre presente con tu gran talento y compartir siempre con todos nosotros. Un placer contar siempre con tu trabajo. Un abrazo
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