El tren de los sueños

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A mí no me llamen poeta que poeta no soy, más bien un atrevido y valiente escribiente, eso es todo lo que soy.

En todo esto sin duda hay un culpable, no sé si es mi locura, mi destino o mi razón, tampoco estoy muy seguro de si fue un ángel que por aquí pasó.

Pero de algo sí estoy bien seguro y es que poeta no soy.

Si yo fuera poeta, tal vez pudiera escribir de la belleza y profundidad del amor,de la tristeza y pobreza que hay en tantos corazones que jamás tuvieron la oportunidad de amar o ser amados…

pero, ¡no! No soy poeta para escribir sobre las alegrías y penas del corazón
Si fuese poeta hablaría de muchas cosas, como por ejemplo de las cosas simples de la vida que suelen ser las más bellas o quizás de la soledad y la tristeza…
de las caricias que producen en el alma las sonrisas de la gente buena.
Si fuese poeta de seguro hablaría de injusticias sociales y rebeliones...
de batallas entre guerreros y dragones, de hadas encantadas y princesas enamoradas de utopías, sueños y fantasías, de días de lluvia, de pétalos de rosa y de campos verdes bajo el sol.

Si fuese poeta danzaría en un parque frente al mar, tomado de la mano con cientos de niños bien alimentados de valores y de amor...

pero hay un grave problema
ahora ya lo saben y es que poeta…

¡Ja!, poeta no soy.

Algunos me han confundido y me han regalado ese título, (Que barbaridad) la verdad no sé qué decir...

siento pena de sentirme algo que no soy, por eso quiero aclararles lo que ha pasado y de dónde ha salido ese cuento de que poeta soy.

La verdad es la siguiente, les pido presten atención pues voy a narrarles la historia de cómo se inició todo este enredo y espero que ahora no me llamen escritor.
¡Por favor, que no soy poeta y mucho menos escritor!

Todo se inició una hermosa mañana en la que caminaba muy cerca de las vías del tren. Como de costumbre mi ángel de la guarda que siempre me acompaña y me habla al oído me dijo corre, ¡Corre! y súbete al tren.

Como entenderán le hice caso, a fin de cuentas es mi ángel guardián.

Así que me subí al tren y terminé acurrucado en el oscuro vagón en el que almacenaban todo el equipaje de los pasajeros, el cual tenía como destino el centro de la pirámide del Sol.

El vagón estaba lleno de maletas, grandes y mágicos baúles adornados con zafiros y cristales, algunas cajas, y hasta instrumentos musicales. Por un largo rato estuve conversando con el piano y un enorme y viejo trombón quienes me animaban a que me asomara por la ventanilla a ver hacia el otro vagón.

En este tren viajaban hadas, poetisas encantadas, girasoles amarillos que hablaban y cantaban hermosas melodías, pude ver también sentado con unos pinceles en la mano a Vicent Van Gogh.

Vi ángeles de piel muy tersa y luminosa, sus rostros eran una poesía y olían a jazmín y pétalos de rosa, viajaban también un grupo de violinistas que tocaban para unos muy animados pasajeros.

Para mí era un deleite ver tanta gente resplandeciente en aquel tren en el que al subir un letrero que hablaba advertía: “Solo se admiten pasajeros que quieran hacer realidad sus más nobles deseos”

Me encontraba ansioso por salir de aquel lugar, quería pasar a los otros vagones para investigar, pero, ¿cómo podría hacerlo? No sabía, no podía arriesgarme, todos se darían cuentan de que viajaba escondido como un ladrón, así que no me quedaba otro remedio más que seguir escondido antes de que alguien me descubriera.

La verdad es que el trombón me vio tan nervioso y ansioso que me dijo: “Tranquilízate, vamos a escuchar un rato a Jaime León y Dolors Sans en la emisora de Radio Piano Bar” Bastaron unos minutos y me sentí más relajado.

De repente el piano nos interrumpió reclamando, podéis poner un rato Castillos en Aire que el programa ya comenzó, luego comenzó a reírse y manifestó: “Tranquilos, es que estaba hablando desde el móvil con Javier y me pidió que le hiciera promoción”

En este tren también viajaban estrellas como las hay en el firmamento, delfines azules que podían volar, en una nube flotando vi a Neruda junto Einstein muy alegres conversando con Gandhi bañados en la luz de aquellas estrellas entre risas tomando vino en finas copas del más puro cristal, sus rostros resplandecían y a su alrededor los delfines voladores danzaban y se les acercaban mientras Gandhi les acariciaba tiernamente ¡Imagínense ustedes¡ ante tanta maravilla mi tensión iba creciendo minuto a minuto .

¿Será que me puedo acercar a Neruda?, me preguntaba a cada momento ¿Cómo será hablar con Einstein o con Gandhi?, ni siquiera lo podía imaginar. Estando aquí y no hacerlo, eso sí, que sería una verdadera locura… Así que lo pensé muy bien, ¡ya estaba decidido!, no podía esperar más, lo peor que podía pasarme era que me echaran de aquel tren, tomé mis previsiones y me dije; nada, luego que me echen seguiré el camino de los rieles y a algún lado llegaré.

Sin pensarlo dos veces abrí la puerta de aquel vagón y salí, ya no había tiempo para sentir miedo o arrepentimientos, de modo que seguí adelante y entré en el siguiente vagón.

Nunca pude imaginarme lo que iba a sucederme al entrar en aquel otro vagón, de repente a mi encuentro llego un ser maravilloso lleno de mucha luz resplandeciente, yo me quedé paralizado ante tanta belleza angelical.

-Hola Carivano, ¿cómo estás?, ¿eres poeta, verdad? Me preguntó aquel mágico ser de luz

- Muy bien, respondí (Quise decirle que era pintor, pero no me atreví)
No podía delatarme y enseguida dije sí. Pensé que poeta, músico, científico o pintor sería lo mismo dadas las circunstancias.

Con gran dulzura me dijo:

- Acompáñame, los poetas están reunidos por aquí, bueno la verdad es que todos están juntos, ya sabes, filósofos, escritores, poetas, te va a gustar…

Imagínense, ustedes mi sorpresa. Vaya si me iba a gustar. Así que sin reparo alguno asumí la actitud de un poeta.

(No sé qué intento explicar con eso “de la actitud de un poeta”, pero creo que me entendéis)

A estas alturas, supongo que ya vais todos comprendiendo por dónde van sonando los acordes (jajaja) y por qué me han confundido con un poeta (más risas)
De modo que continué con mi farsa tratando de que no se notara que era solo un polizón.

Me encontraba muy nervioso, no lo puedo negar, en cualquier momento me descubrirían y por alguna ventanilla me iban a manda a volar.

Como un relámpago llegó a mi mente el recuerdo del momento en que me subí a ese tren,

fue un impulso atrevido el que me ha gritado al oído

¡corre, corre, móntate ya! (Yo estoy seguro que fue mi ángel de la guarda)

Bueno, ejem… seguro, seguro, así que digamos segurísimo ¡no! Pero en fin yo creo que…

Pero bue… era muy tarde para reflexionar y preguntarme si de aquel tren me he debido bajar


De modo que la culpa no es solo mía, tal vez pudiera decir que en parte la culpa fue de aquel impulso que hablándome al oído me hizo subir al tren, o tal vez fue mi locura, mi destino, o mi razón, también está implicado mi pobre corazón y claro mi ángel, no sé ¡digo yo!

Por eso es que he venido a contarles mi historia y así aclarar tanta confusión, pero ésta es la historia verdadera de lo que me sucedió y la razón por la cual me llaman poeta cuando en realidad no lo soy

¡ufff… que enredo!!!

Sin embargo, en mi defensa tengo a otro un ángel que en este viaje me ha acompañado y ustedes deben conocer, y es nada más y nada menos que ¡El Ángel de la Inspiración!

- ¿Increíble, verdad?

- No me hagan jejejeje… que estoy leyendo vuestros pensamientos
¡Sí, que sí!, tal cual como lo estáis leyendo, era el Ángel de la Inspiración (¡claro que también lo conozco!)

Así que si tenéis en mente pedirme el teléfono y su correo electrónico, pues fíjense que me dijo que no utiliza Internet y que para nada le gusta Facebook, jejejeje.
Como podéis imaginar, yo también se lo pedí, jejeje…

De modo que para terminar de aclararlo todo, lo único que puedo decirles es que fue él quien me presento a Neruda, a Gandhi, Einstein y también a Sigmund Freud, quien por cierto me dijo que nada de esto era un sueño, que todo era real.

De verdad que me dio mucha confianza hablar con este señor (un poquito excéntrico, pero muy simpático), también me dio mucho ánimo para cuando regresará de mi locura a la realidad les narrara todo sin necesidad de inventarme nada y poder aclararles que no soy poeta.

Como ven, no soy responsable de que muchos de ustedes me tilden de poeta, cosa que de más está decir agradezco mucho, pero…

bueno… pues…nada, ésta es toda la historia de lo que sucedió. En otro momento tal vez, pueda narrarles la historia que junto a Van Gogh, Neruda, Einstein y Gandhi, vivimos en la pirámide del Sol.

¡Eso sí que fue toda una experiencia¡

Pero bien que valió la pena, estas son las cosas que suceden cuando se le da rienda suelta a la imaginación.

Por cierto, si alguien tiene el número de Sigmund Freud, agradecería me lo diera, me gustaría pedirle una cita…

Fin de la historia, tengo que irme, están llamando a la puerta del árbol en el que vivo. Es que hay reunión de ángeles, hadas y duendes en el bosque y de seguro vienen a pedirme colaboración.




Nos vemos…

Atte:


Carivano.






Imagen tren fantasía de Louis Vuitton

1 comentario

  1. Querido amigo, me subo a este tren en que creemos no ser poetas ni escritores pero te diré que sí lo somos, desde el momento en que nuestras alas vuelan en son de nuestros sentimientos, de nuestras emociones, de nuestros pensamientos, imaginando y creando con las letras aventuras donde la realidad versus fantasía son sus principales ingredientes, no hay duda entonces que poseemos una cierta habilidad que se manifiesta en cada verso, en cada suceso, en cada renglón que la vida nos ofrece para escribirlo.

    Sigamos la ruta que ese tren nos ha trazado con esos pasajeros tan peculiares y especiales que son parte de nuestro entorno y no permitamos que ese Ángel de la Inspiración se baje en la siguiente estación.

    Amigo, el número de teléfono de mi amigo Sigmund Freud es el XXXXX, te lo doy por privado, eso sí, tendrás que tener
    paciencia para concertar una cita, habemos muchos esperando, jajajajja.

    En esa reunión de ángeles, duendes y hadas verás como el tren retoma su viaje y nos lleva, de nuevo, al mundo de los sueños

    Abrazos.

    Cristina.

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